Es un paréntesis... y me dispongo a hablar de un escritor.
El desafortunado es Thomas Pynchon.
Mucho
se ha escrito sobre Thomas Pynchon. ¿Quién es Thomas Pynchon? Ante
todo un escritor de Glen Cove -Long Island-, un escritor de los de
antes, de los de toda la vida, a quien el mundo le trae sin cuidado,
no se deja ver por los medios... de ningún tipo, escribe y no se
preocupa lo más mínimo de promocionar sus novelas, ahí las deja
para el presente y el futuro venidero, para que sean juzgadas por el
paso del tiempo y no por los lectores de hoy en día, que nunca
aciertan en leer a otros que no sea los más leídos, los más
vendidos, los más populares... en fin.
Por
ahí anda un ente, llamado Bloom, critico literario, que le considera
(a Pynchon) uno de los 4 escritores norteamericanos más grandes de
nuestro tiempo. Puede que tenga razón. A mi también me parecen
excelentes los otros -McCarthy, DeLillo y Roth- que Bloom nos
propone. Y de Pynchon colecciono sus voluminosas novelas, incluso
puedo juzgarle por haberlo leído en más de una de ellas.
Dicho
sea de paso, las novelas que he leído son La
subasta del lote 49, V,
Vineland,
Vicio
propio y
Al
límite, además
del pequeño volumen de cuentos Un
lento aprendizaje. Y
por ello no es difícil imaginar que conclusión extraigo de su
prosa, que es únicamente lo que me interesa... me importa un comino
la extrema fobia social que padece.
Los
términos actuales le definen como un escritor posmoderno y,
estilísticamente y estructuralmente hablando, de extrema dificultad.
Doy fe de ello. Mi primer contacto con Pynchon fue grato, aunque
desconcertante. La
subasta del lote 49 es
su segunda novela, y la más breve en extensión (no alcanza a
superar las 200 páginas). Ahora puedo decir que es la más lineal de
las otras que he leído, la menos rompecabezas. Se aprecia un basto
conocimiento de la ciencia, la tecnología, la cultura popular y
paranoia.
Luego
leí V.
Casi
la releí al mismo tiempo para poder absorberla en todo su esplendor,
y junto con la lectura de Vineland,
Vicio propio y
Al límite
hoy llego a la conclusión que se pierde en muchas tramas distintas y
miles de personajes que poco aportan a una supuesta trama inicial y
final. Aunque si sabes que estas leyendo a Pynchon, Pynchon es un
magnífico fabulador, y llegas a la compleja conclusión que si a él
no le importan sus lectores a ti no te importa que sus novelas
contengan tanta información, ni tantas tramas ni tantos personajes
distintos, reales o completamente inventados, involucrándose en las
más disparatadas batallas o sucesos. Te arrastra. Es casi adictivo.
Un
lento aprendizaje consta
de 4 relatos escritos en plena juventud, cuando la madurez aún está
lejos. Es otra cosa, es otro Pynchon distinto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario